Explicación

“Nuestras vidas no significan nada
frente al hecho de la revolución”,
Ernesto Guevara (Diario del Che en Bolivia).

Pensar los procesos sociales implica una suerte de renunciamiento a las situaciones personales. No es factible medir la marcha de una sociedad a partir de la situación económica, afectiva o familiar de uno mismo.

Tal vez por ello aquel dicho doloroso, pero en muchos casos cierto, que entiende a la solidaridad como un proceso de autosatisfacción (ayudo a los demás porque me hace sentir bien a mi) sea cada vez más habitual de encontrar entre aquellas personas que se dicen preocupadas por el prójimo.

Es probable que la necesidad de pensar los procesos generales de la marcha de la historia y la preocupación permanente por problemas que nos incumben a todos, deje poco lugar a la vida personal, a los anhelos de pareja, a la consolidación de los lazos familiares.

Algunos dirán que es una cuestión de elección, que cada uno elije la forma en que quiere vivir y reclamarán atención, pasatiempos, vacaciones.

Otros, en cambio, sabrán que el ideal que se persigue está por encima de la voluntad individual, que la búsqueda de vías de equidad social, de un sistema más justo e inclusivo es un objetivo que requiere de un trabajo arduo, constante y opuesto muchas veces al promedio de aquellos que se sienten cómodos con su existencia pasatista.

A veces podrá parecer una cuestión de perspectiva, pero en última instancia se trata de asumir la responsabilidad que nos cabe como habitantes del planeta en tratar de mejorar las cosas. Aunque resulte incómodo.

Mientras tanto siempre habrá otros que elegirán una vida cómoda y tranquila. Allá ellos.