Por Lic. Francisco Albarello*
El mundo de Internet está cambiando, y en forma constante. Día a día van apareciendo nuevas herramientas, enmarcadas en lo que se denomina la Web 2.0, donde la clave es la colaboración, la construcción colectiva del conocimiento. Estas herramientas, que propician lo que algunos denominan “inteligencia colectiva” o “inteligencias en conexión” están revolucionando la forma de comunicar, transmitir y compartir la información. Fenómenos como YouTube, Wikipedia, o SlideShare son algunos de los ejemplos. Y estos cambios influyen sobre el ámbito educativo -en la forma de enseñar- y también en el ámbito comunicacional -en la forma de hacer periodismo- por mencionar algunos de los espacios donde nos encontramos trabajando.
Respecto del periodismo, el fenómeno tiene nombre propio: “periodismo ciudadano”. Los esquemas comunicativos tradicionales, donde el medio de comunicación ejercía el control y el filtrado de la información para luego difundirla a sus receptores, ha mutado. Las personas pueden acceder a la información en forma directa, y no sólo eso, fácilmente pueden dar a conocer las informaciones creadas por ellos mismos a través de weblogs y otros sistemas y dispositivos de comunicación. Más allá de la profesionalidad en las rutinas de producción, elaboración y transmisión de la información, el periodismo ciudadano es una realidad que viene reclamando su espacio.
Ahora, en el plano educativo, las tecnologías colaborativas que ofrece Internet son innumerables, y los usos para la enseñanza, muy diversos. Sín ánimo de caer en una posición tecnofílica, vemos con buenos ojos las nuevas posibilidades que se abren en la web, para las prácticas de enseñanza, y destacamos sobre todo el acceso libre y gratuito a las mismas.
Cruce de caminos
Vivimos en la encrucijada propia de una etapa de transición, de cambio de paradigma, de revolución constante. No solamente por la revolución tecnológica enunciada por Castells, sino también por su clara influencia en el cambio cultural. Y en este cambio convergen dos culturas: la de la escuela -monopolizada aún por los maestros, con el libro como elemento consagrado de transmisión del saber- y la cultura de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, donde ejercen su dominio (más cercano al consumo acrítico que a la apropiación genuina) los niños y jóvenes. Hoy Internet supone el desafío del cruce de caminos. Todos los proyectos que incorporan el uso de las TICs en el aula suponen este cruce de posturas, de culturas, de conocimientos, de miedos y de resistencias.
Nuestra experiencia en estos cuatro años de Periodismo Escolar en Internet es una muestras de esta confluencia: la del sector tecnológico (el desarrollo de plataformas de open source), la del sector de las comunicaciones y el periodismo (la producción de periódicos digitales similares a los del mercado de las comunicaciones) y el sector educativo (el proyecto está sustentado y tiene su punto de anclaje en la escuela). A lo largo de estos años hemos visto cómo nacen y crecen -y en muchos casos quedan detenidos- cientos de publicaciones escolares, que si bien retoman la vieja práctica del periódico escolar, cobran una nueva identidad en la red de redes.
A partir de esta experiencia es que nos animamos a predecir un escenario posible, como una suerte de camino señalizado por donde vamos a transitar en esta forma de evolución de la web colaborativa. Enunciamos a continuación aquellos posibles escenarios.
De la voz institucional al periódico juvenil
A lo largo de estos años, vamos observando que los periódicos escolares que llevan adelante las escuelas van atravesando por distintas etapas. En un primer momento, notamos que la primera edición del periódico es muy “institucional”. Con esto queremos decir que existe la necesidad de que el periódico esté ligado muy estrechamente a lo meramente escolar o institucional. Mayormente las notas son producidas por profesores, no hay tanta participación de los alumnos escribiendo directamente las notas, y las mismas se refieren a cuestiones relativas al tipo de enseñanza que se imparte, a cuestiones curriculares y a particularidades de la institución. Con el avance de las ediciones, vamos observando -y hacia ese lugar nos parece que se debe evolucionar- una mayor participación de los alumnos, quienes se van “apropiando” del medio para dar a conocer sus opiniones y puntos de vista, sus temas de interés y sus visiones, incluso de la institución, y de esta forma hacen prevalecer el perfil “juvenil” de la publicación.
Conciencia de lo local en lo global
Por otra parte, observamos en los periódicos escolares la necesidad de mostrar al mundo su localidad. Como muchos de los proyectos colaborativos que se llevan adelante en Internet desde hace algunos años, la posibilidad de contar con un medio de comunicación barato y accesible empuja a las escuelas a presentarse en sociedad no sólo como institución educativa sino como institución social, en la que entran en juego los actores locales como las autoridades municipales y legislativas, las fuerzas vivas de la localidad, los padres de los alumnos, etc. Vemos así que se va creando cierta conciencia de lo local en lo global, como bien señala Manuel Castells, y la sola aparición en Internet va modificando el tono y los contenidos de la publicación, los cuales son producidos para ser leídos en un contexto global inédito hasta el momento.
Un paso hacia lo colaborativo
En un segundo momento, podemos inferir que una vez que el periódico está publicado en Internet, el paso obligado es el trabajo colaborativo con otros periódicos. Es decir, la conciencia de “estar en Internet” que antes mencionábamos, se completa con la conciencia de “estar junto a otros en Internet”. Y en este sentido, es importante destacar que cuando se le pregunta a los alumnos y a los docentes sobre qué propuestas de mejoras e innovaciones sugieren para el proyecto, rápidamente aparece la necesidad de trabajar en forma conjunta con otros periódicos y otras escuelas, con propuestas tales como foros abiertos o ediciones temáticas conjuntas.
Del “bajar” al “subir” información
Ligado a esta necesidad de mostrar lo local en conjunto con otros, es que surge uno de los elementos que consideramos más potentes de este proyecto: la necesidad de “subir” información. Actualmente, una de las imágenes socialmente más consensuadas que se tiene de Internet se relaciona con el hecho de “bajar” información. Ya sea para hacer un trabajo para la escuela, para lo cual se utilizan los motores de búsqueda o determinados sitios para bajar información o trabajos; o bien en lo que tiene que ver con el consumo personalizado de la Web, dentro del cual una de las prácticas más comunes es la de bajar música, películas o software a través de programas peer to peer, que conectan las PC de distintos usuarios para compartir archivos; en todos los casos se habla de “bajar” información. Y esto conlleva un modelo de consumo, subyace un estereotipo o una representación social, que asemeja a Internet más a un medio de consumo masivo que a un medio de comunicación interactivo. Nos parece que el proyecto Periodismo Escolar en Internet, en este sentido tiene semejanzas con la publicación de páginas personales, weblogs, bitácoras o fotologs, todas ellas manifestaciones que hacen uso de esta posibilidad de “subir” que propicia la red, y que hace entrar en crisis al modelo tradicional del periodismo. Pero también aquí hay que marcar una diferencia: mientras en las páginas personales y en los usos particulares de la Red la cuestión individual es dominante, en el periódico escolar entra en juego el colectivo social de la escuela. Es decir, junto con el consumo personalizado e individual que propicia Internet, convive la posibilidad de una identidad colectiva que dota de sentido a ese consumo, que ya no es individual, sino que corresponde a una comunidad, y aquí es donde entra en juego lo colaborativo, el trabajo en común.
En suma, estamos en un contexto de cambio constante, en el cual lo tecnológico no es sólo la novedad, sino también las apropiaciones que de ello hacen las personas -educadores, periodistas, profesionales o usuarios- que esta vez se conectan a través de un mismo medio. Como rezaban las pantallas de aquellas páginas que visitábamos y que no estaban actualizadas, estamos “en construcción”. El hipertexto global, inacabado e infinito, es como el “esqueleto de bits” de la Web, y esta es -en palabras de su creador, Tim Berners-Lee- más que nada una red de gente que trabaja junta.