Así como en la década del 60 los trabajadores del área “servicios” superaron a los operarios manuales para dar inicio a la “Tercera ola” (que proclamó el ideólogo del establishment, Alvin Toffler); el día en que los contendientes de la arena política lograron captar la atención de más gente ante la TV que en un acto público, comenzó a cobrar forma una nueva ingeniería política. “Hace unos años se hubiera convocado a una manifestación (para obtener respuesta a un reclamo)...; hoy en día hay que contratar –apenas exagero, dice Bourdieu– a un buen asesor de comunicación (que) prepare algunos trucos que resulten sorprendentes... y se consigue así, gracias a la televisión, un efecto que no debe andar muy lejos del que se obtendría con una manifestación de 50.000 personas”13. (ver “Entre la visibilidad y la transparencia”)
En “El poder de la identidad”, Manuel Castells sostiene que “los medios de comunicación encuadran a la política”14. Para comprender este proceso, dice Castells, “debemos hacer referencia a los principios generales que gobiernan las noticias de los medios: la carrera de los índices de audiencia, en competencia con el entretenimiento; el distanciamiento necesario de la política para inducir credibilidad”. Una lógica que atraviesa todo proceso de construcción de noticias, donde lo que interesa es “el acontecimiento, no la condición subyacente; la persona, no el grupo; el conflicto, no el consenso; el hecho que adelanta la noticia, no el que la explica” (Gitlin, 1980)15
Un mecanismo que fue descripto con claridad por Jesús Martín Barbero en su libro “Procesos de Comunicación y matrices culturales” al señalar que “el proceso de producción de noticias se halla en relación indisoluble con el proceso de transformación en `noticia´ del modelo de producción. Es en el proceso de circulación donde la necesidad que la producción tiene de información toma la forma de prensa periódica”. Una forma a la que Barbero califica como “la forma-mito del discurso de la prensa”, ya que “el sentido no existe sin la forma y toda forma es una imposición de sentido”, en un proceso que “transforma el acontecimiento en suceso, vaciándolo de espesor histórico y cargando a la noticia de sensacionalismo y espectacularidad”16.
Una operación que comienza desde el mismo momento de la selección de la información, ya que “los periodistas tienen unos `lentes´ particulares mediante los cuales ven unas cosas, y no otras... El principio de selección consiste en la búsqueda de lo sensacional, de lo espectacular. La televisión incita a la dramatización, en un doble sentido: escenifica, en imágenes, un acontecimiento y exagera su importancia, su gravedad, así como su carácter dramático y trágico”. (Bourdieu)17
Un relato periodístico que requiere “drama, suspense, conflicto, rivalidades, engaño, ganadores y perdedores” (M. Castells)18
* Fragmento de la Tesina de posgrado en "Opinión Pública y medios de comunicación", Flacso 2004
Citas:
13 Pierre Bourdieu, “Sobre la televisión”, Anagrama. Pág. 29.
14 Manuel Castells, “El poder de la identidad”, pág. 354. Ed. Siglo Veintiuno.
15 Gitlin, 1980, pág. 28, citado en “El poder de la identidad”, Manuel Castells, pág. 354
16 Jesús Martín Barbero, obra citada, pág. 60.
17 Pierre Bourdieu, obra citada, pág. 25.
18 Manuel Castells, obra citada, pág 354.