Muchas veces, autoridades, funcionarios, lectores, se quejan por lo que consideran “títulos nefastos” por parte de la prensa en los que se cuestionan actos de gobierno o decisiones políticas.
La pregunta que se dispara es saber a qué tipo de información se la considera “nefasta”: ¿se trata de las críticas a los gobiernos de turno por decisiones apresuradas e inconsultas? ¿está referido acaso a aquellos títulos que muestran la bajeza de las peleas entre los candidatos de una elección? ¿serán las malas noticias como muertes recurrentes o accidentes evitables lo que convierte a la información de la prensa en “títulos nefastos”?
¿O será en todo caso que el periodismo ocupa un lugar que la sociedad decidió dejar libre por no participar, por no comprometerse y abandonar la presión sobre las instituciones para que cumplan con su función?
¿Es acaso nefasto que el periodismo ejerza la crítica de los actos de gobierno cuando las instituciones de la República abandonaron toda tutela por la separación de poderes y el control de la cosa pública?
¿Se puede considerar nefasto que la prensa ponga en evidencia las bajezas humanas?
¿Puede pensarse que es nefasto que los medios de comunicación se ocupen de echar luz sobre varios temas pendientes de los cuales la agenda política no se ocupa?
¿No es más nefasta la actitud de aquellos operadores políticos disfrazados de periodistas que intentan torcer los acontecimientos para que parezca que todo va bien?
Ante este panorama, resulta indispensable avanzar hacia formas de educación de la mirada que nos enseñen a mirar de nuevo, a cambiar la dirección y perspectiva de la mirada, para no quedar encandilados por el brillo de la prensa oficial que diariamente publica verdaderos “títulos nefastos”.